miércoles, 12 de diciembre de 2007

Historias en el coche: El caso Santorini


Por Carlos González Arizmendi



En febrero de 1967 en Grecia tuvo lugar un acontecimiento notablemente sorprendente.


Un eminente y respetado científico griego, Paul Santorini, dejó sin habla a los miembros de una sociedad astronómica de su país cuando en una conferencia indicó que existía un plan internacional para mantener en secreto cualquier actividad OVNI, o por lo menos ocultarla en lo posible. La razón se encontraba en el hecho de que las diferentes autoridades políticas y militares se mostraban muy reacias a anunciar al mundo la existencia de objetos, y fuerzas, contra las que no había defensa posible.


El profesor Santorini explicó como en 1947 el ejército griego requirió de sus servicios para encabezar a un grupo de ingenieros que investigara determinados objetos que sobrevolaban espacio aéreo griego, y sobre los que se empezaba a sospechar que podrían ser misiles o aviones soviéticos. Las conclusiones preeliminares dejaron claro que no podía tratarse de este tipo de aparatos, pero tras la aparición de diversos funcionarios extranjeros, el equipo recibió la orden de cesar toda investigación.


Una vez dicho esto, el profesor Santorini salió por la puerta trasera del Centro de Convenciones en Atenas y cuando se disponía a abordar su automóvil, fue interceptado por cuatro encapuchados que lo empujaron al interior de una camioneta, colocándole un saco negro en la cabeza. Sólo se podía escuchar el gemido del doctor y una voz siniestra que le decía:


-Cállate científico loco- al momento en que le asestaba una patada en el estómago.


Billy Zelaznog, que casualmente se encontraba en su casa de Míkonos, en las islas griegas, escuchó como el timbre de su teléfono satelital lo sacaba de concentración cuando estaba besando apasionadamente a una trigueña a la que él bondadosamente había hospedado en su casa.


De inmediato y fiel al cumplimiento de su deber, Zelaznog se puso de pie mostrando su bien formado cuerpo, presionó el botón verde del teléfono al tiempo en que una voz familiar le decía:


-Zelaznog, debe buscar al Profesor Santorini que acaba de ser secuestrado. La única pista que tenemos es que sus gafas fueron abandonadas cerca de la Acrópolis. – en ese momento la comunicación se cortó por completo.


Lamentando dejar a la trigueña insatisfecha, Zelaznog se colocó sus bermudas color caqui, unas botas en color café tipo explorador, una camisa de manga corta y por supuesto su ya conocida pistola Pietro Beretta.


Un Mazda MX-5 convertible de techo rígido, se encontraba esperándolo afuera. Zelaznog ni siquiera abrió la puerta del vehículo y de un salto sin duda digno de un gimnasta profesional, se colocó tras el volante.


Zelaznog dio vuelta a la llave de encendido para escuchar el dulce ronroneo del motor del Mazda Miata de toldo rígido, conocido como MX-5.


El Mazda MX-5 de toldo rígido es un automóvil que tiene una dirección sumamente obediente, es cómodo, bien equipado y es ideal para superar la crisis de los cuarenta. Sin duda, aunque se sacrifica el espacio de cajuela, que es del tamaño ideal para un portafolio de medianas dimensiones y una barra de granola, este espacio está separado del espacio que alberga el toldo rígido cuando es plegado en 30 segundos.


Es un auto que como dirían los americanos, puede ser catalogado como “Fun to drive” o “divertido para manejar” si es que usted no domina el inglés.


El motor de Mazda MX-5 es un 4 cilindros, 2.0 litros de 166 caballos de fuerza, acoplado a una transmisión de seis velocidades. Es Miata tiene impulsión trasera y es un verdadero roadster, ya que sólo puede albergarlo a usted y a su rubia acompañante.


Quizá lo único que lamentará de este auto es que no cabe la bolsa con los bastones de golf a menos que se las lleve adelante, pero por lo demás, es de los mejores autos que hemos conducido.


Zelaznog llevó su auto al ferry, cruzaron un trecho del mar, y llegaron a Atenas. Zelaznog encendió el motor del MX-5 y se dirigió hacia la Acrópolis de Atenas. La Acrópolis es la parte alta de las ciudades griegas y de otras civilizaciones, ubicada en lo alto de la colina donde se construían edificaciones emblemáticas como templos o plazas de reunión, y en la que se reunían personalidades importantes de la ciudad para actos también importantes.


Una vez en la parte alta de la colina, Zelaznog siguió sus instintos y comenzó a buscar huellas cerca de dónde le habían indicado que habían caído las gafas. Con la mirada felina de sus profundos ojos azules, Zelaznog miró con detenimiento un extraño herraje de cobre que se encontraba cubierto de polvo junto a una de las columnas. Billy Zelaznog movió el herraje en contra de las manecillas del reloj y para su asombro, vio como una pesada loza se abría de la nada.


Zelaznog descendió por la escalera al tiempo en que desenfundaba su Pietro Beretta y alcanzaba a escuchar cómo interrogaban al profesor Santorini.


-Díganos lo que sabe profesor o le pesará-


El doctor solo gemía y mascullaba. Zelaznog fue acercándose lentamente hacia la cámara de tortura donde tenían al doctor y sin quererlo, cruzó un rayo infrarrojo ubicado en el piso que disparó una alarma en dicho cuartel.


De inmediato la sirena de alerta sonó, Zelaznog miró rápidamente a su alrededor y decidió esconderse en un ducto de ventilación.


Zelaznog escuchaba a los guardias agitar sus armas y dar órdenes para su localización.


-Ustedes por ahí. Zorba y yo buscaremos del otro lado.


Zelaznog se arrastró lentamente por el ducto, hasta el cuarto donde estaba el profesor. Afortunadamente traías en la bolsa de su chaleco, el silenciador de su Pietro Beretta y una mira telescópica con rayo láser que casi nunca usaba y que había olvidado en una de las bolsas.


Zelaznog llegó a la rejilla y vio a un profesor ensangrentado y custodiado por tres guardias.


Zelaznog sabía que sólo tenía una oportunidad antes de que regresaran los demás.


Zelaznog apuntó cuidadosamente hacia la cabeza del primer maleante, y presionó el gatillo con la suavidad con la que se acaricia a una mujer. El primer maleante cayó abatido mientras los otros dos miraban desconcertados. Zelaznog apuntó al segundo de ellos que se encontraba agachado revisando el cuerpo y disparó hacia la nuca. De inmediato el segundo maleante cayó encima del cuerpo del primero. El tercero miró hacia la rejilla y vio con terror que tenía el láser en medio de sus ojos. Zelaznog, sin compasión por los malvados, presionó el gatillo y eliminó al tercero.


Billy Zelaznog bajó del ducto, desató al profesor que se resistía a ser liberado pensando que se trataba de otro maleante, cuando Zelaznog le dijo en griego que era del servicio secreto internacional y que había venido a rescatarlo.


Zelaznog tomó al profesor y se dirigió a la escalera soltando una lluvia de plomo que eliminó a dos guardias que bloqueaban la salida.


Salió de ahí, colocó al profesor en el asiento del copiloto, presionó el botón para poner el toldo rígido y salió rechinando las llantas hacia el hospital más cercano. Gracias a la intervención de Zelaznog ahora el profesor Santorini vive en un lugar secreto que por razones obvias, no podemos revelar en radio.


Después de manejar el Mazda MX-5 de toldo rígido, le podemos decir que lo que le alegrará el día es:


• Un manejo sublime•

La deportividad extrema de este auto.

• Que es un verdadero Roadster

Lo que le ayudaría es:


• Que en vez de que en la cajuela cupieran un portafolio y una barra de granola, le cupieran en la cajuela al menos un portafolio y dos barras de granola...........

El precio de este Mazda MX-5 de toldo rígido es de: $339,130 pesos




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