lunes, 24 de marzo de 2008

Asiento Trasero: De Camiones y Chimecos


Por Carlos González Arizmendi


Afortunadamente no he perdido mi capacidad de asombro. La semana pasada, denominada “Santa”, fui a ciudad de Guatemala. Sin duda es como una parte pequeña de México, si bien las gasolineras están abiertas al libre mercado y el litro de combustible oscila entre los 10 y los 11 pesos mexicanos. La moneda local es el Quetzal, cuya paridad es de 7.5 de éstos contra un dólar americano y es un país rico en oferta turística donde se puede admirar desde un volcán en plena actividad hasta las joyas arqueológicas de Tikal, mal llamadas “ruinas”.

Lo que me asombró es descubrir que nuestros amigos choferes de los microbuses ya fueron desplazados del bestiario de conducción automotriz por lo camioneros de allá denominados “canastilleros”. Resulta que al viajar en las carreteras de Guatemala y en la misma ciudad capital, me percaté del México de los años setentas. Es como un viaje en el tiempo en el que los camiones eran de los denominados “Chimecos”, que usted debe recordar por la gran cantidad de humo que arrojaban de las chimeneas y que aun se pueden ver en algunos estados del país. Estos “choferes” son lo más salvaje que he visto en mucho tiempo. Viajan por arriba de los 80 kilómetros por hora, cargados y llenos de gente y ya ni hablar de las canastas que llevan arriba con granos y animales y que son las que les dan el apelativo.

Recientemente hubo un accidente en el que 50 personas murieron porque uno de estos animales del volante se quedó sin frenos y se salió de la carretera. En fin, no tengo nada contra los que manejan, pero sí contra los que cometen imprudencias.

En fin, si usted se sube en el transporte público, dígale al chofer que todo se ve diferente desde el asiento trasero.

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