domingo, 20 de abril de 2008

¡Auxilio! Voy en Taxi





Por Carlos González Arizmendi

Ayer me tocó viajar en taxi, dado que iría a una comida donde mi esposa me estaba esperando. Con algo de conciencia ecológica, decidí dejar mi automóvil guardado para evitar tener que viajar en dos coches al hacerse de noche.

Llamé al sitio de taxis, porque eso sí, soy enemigo de tomar coches en la calle dado que uno nunca sabe con qué se va a topar. He sabido de más de uno al que han asaltado por confiarse y hacerle la parada a uno de esos famosos “vochos” verdes que en teoría ya están regularizados.

El taxi llegó puntual, abrí la puerta trasera y me subí. El taxista, un hombre de 62 años de edad, dado que se la pregunté, se ajustó su cinturón de seguridad y se dispuso a arrancar.

Yo miré a mí alrededor y descubrí que no había cinturones en la parte trasera del coche. Fue entonces cuando toqué el hombre del amable chofer y le pregunté que dónde estaba el cinturón trasero. Él con una amplia sonrisa volteó a verme y dijo: “no se preocupe, atrás no se necesitan, a usted lo detiene el asiento de enfrente”. Yo abrí los ojos en señal de sorpresa y me di cuenta lo precaria que es la seguridad de los pasajeros de los taxis.

Ningún reglamento en nuestra ciudad se sigue al pie de la letra. ¿Cómo es posible que los choferes de taxi no sepan ni cuál es la posición correcta de manejo y no existan cinturones de seguridad en la parte trasera? ¿Acaso creen que la seguridad es una cuestión decorativa?

En fin, si usted viaja en taxi y lee esta columna, trate de abrocharse el cinturón de seguridad al viajar en la parte trasera, si es que lo encuentra. De otra forma, mejor busque otro taxi. La seguridad no es una cosa de juego y debe comenzar por nosotros, ya sabe que todo se ve diferente, desde el asiento trasero.

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